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Criterios STRIVE: Evaluación de la enfermedad de pequeños vasos

La clasificación STRIVE (STandards for ReportIng Vascular changes on nEuroimaging) ha sido una de las propuestas más relevantes para estandarizar la descripción de hallazgos por neuroimagen en pacientes con enfermedad de pequeños vasos cerebrales (EPVC). Esta entidad, a menudo subestimada, constituye una causa silenciosa pero frecuente de deterioro cognitivo, infartos lacunares, trastornos de la marcha y pérdida funcional progresiva, especialmente en adultos mayores.

La implementación de STRIVE ha permitido un lenguaje común entre clínicos e investigadores, facilitando así la comparación de estudios, la estratificación de riesgo y el diseño de intervenciones terapéuticas.

Infografía médica que resume los criterios STRIVE para la evaluación por resonancia magnética de la enfermedad de pequeños vasos cerebrales, incluyendo los seis hallazgos clave: infartos lacunares, espacios perivasculares dilatados, leucoaraiosis, microhemorragias cerebrales, atrofia cerebral y cavidades periventriculares. Ideal para su uso en docencia e interpretación clínica.
Infografía médica que resume los criterios STRIVE para la evaluación por resonancia magnética de la enfermedad de pequeños vasos cerebrales, incluyendo los seis hallazgos clave: infartos lacunares, espacios perivasculares dilatados, leucoaraiosis, microhemorragias cerebrales, atrofia cerebral y cavidades periventriculares.

¿Por qué es importante STRIVE?

El objetivo principal de STRIVE es estandarizar el reconocimiento y reporte de los cambios vasculares cerebrales crónicos en la resonancia magnética, aportando claridad en el diagnóstico de pacientes con deterioro neurológico subcortical, caídas inexplicables o deterioro funcional. Este sistema ha mejorado la comunicación entre especialistas y ha permitido cuantificar la carga de EPVC como un marcador de riesgo clínico.


Hallazgos principales según criterios STRIVE

1. Infartos lacunares

Lesiones isquémicas pequeñas (3 a 15 mm), de forma redondeada u oval, localizadas en estructuras profundas como ganglios basales, cápsula interna, tálamo o tronco encefálico. Se observan como cavidades hiperintensas en T2 y FLAIR, hipointensas en T1 en fases crónicas.

2. Espacios perivasculares dilatados (EPVD)

También llamados espacios de Virchow-Robin. Son estructuras lineales o puntiformes que rodean arteriolas perforantes. Comunes en ganglios basales y unión córtico-subcortical. Su aumento se asocia a envejecimiento cerebral y daño vascular.

3. Hiperintensidades de sustancia blanca (Leucoaraiosis)

Lesiones hiperintensas en T2/FLAIR sin cavitación. Reflejan desmielinización, isquemia crónica y gliosis. Su extensión se relaciona con deterioro cognitivo, inestabilidad postural y riesgo de caídas. Se clasifican con la escala de Fazekas.

4. Microhemorragias cerebrales

Lesiones hipointensas <10 mm en secuencias T2* o SWI. Pueden ser profundas (asociadas a hipertensión) o lobares (vinculadas a angiopatía amiloide). Son relevantes al evaluar riesgo de hemorragia en pacientes candidatos a anticoagulación.

5. Atrofia cerebral

Disminución de volumen en estructuras corticales y subcorticales. Aunque no específica de EPVC, refleja el daño acumulado por isquemia crónica. Se asocia a progresión hacia demencia vascular.

6. Cavidades periventriculares

Lesiones cercanas a los ventrículos laterales. Pueden representar infartos antiguos o EPVD grandes. Requieren evaluación morfológica cuidadosa para su adecuada interpretación.


Aplicación clínica de los criterios STRIVE

La evaluación sistemática de estos hallazgos permite identificar pacientes con daño cerebral subclínico, especialmente en contextos de deterioro cognitivo progresivo, síntomas motores leves o antecedentes de enfermedad cerebrovascular. STRIVE mejora la correlación imagen-clínica y orienta la estratificación pronóstica, particularmente en adultos mayores con comorbilidades.


Implicaciones pronósticas

Una carga alta de lesiones STRIVE se asocia con mayor riesgo de caídas, pérdida funcional, deterioro cognitivo y demencia vascular. La combinación de varios de estos hallazgos refuerza el concepto de “fragilidad cerebral”, útil para anticipar eventos neurológicos y adaptar intervenciones preventivas.


Perlas clínicas 🧠

  • La presencia de microhemorragias lobares en mayores sin hipertensión sugiere angiopatía amiloide cerebral.
  • Las hiperintensidades periventriculares extensas se relacionan con síntomas frontales: apatía, lentitud, disfunción ejecutiva.
  • STRIVE permite cuantificar el daño silente y orientar el pronóstico incluso en pacientes sin síntomas claros.
  • Su combinación con escalas clínicas (MoCA, Tinetti) mejora el abordaje integral del adulto mayor.

Referencias recomendadas

  • Wardlaw JM, Smith EE, Biessels GJ, et al. Neuroimaging standards for research into small vessel disease and its contribution to ageing and neurodegeneration. Lancet Neurology. 2013;12(8):822–838.
    https://doi.org/10.1016/S1474-4422(13)70124-8
  • Pantoni L. Cerebral small vessel disease: from pathogenesis and clinical characteristics to therapeutic challenges. Lancet Neurol. 2010;9(7):689–701.
  • Debette S, Schilling S, Duperron MG, et al. Clinical significance of MRI markers of vascular brain injury: a systematic review and meta-analysis. JAMA Neurol. 2019;76(1):81–94.

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