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Enfermedad de pequeños vasos | Grandes problemas

La enfermedad de pequeños vasos cerebrales (EPVC) representa una de las causas más frecuentes de deterioro cognitivo subcortical, trastornos de la marcha y accidentes cerebrovasculares lacunares. A menudo silente en sus fases iniciales, la EPVC ejerce un impacto acumulativo que puede llevar a discapacidad funcional y deterioro neurológico progresivo. Su identificación precoz es fundamental en la medicina preventiva del adulto mayor.

Ilustración médica comparativa de la enfermedad de pequeños vasos cerebrales. A la izquierda, una RMN cerebral muestra leucoaraiosis (hiperintensidades de sustancia blanca). A la derecha, un cerebro con énfasis en los vasos perforantes afectados, destacando su engrosamiento y estrechamiento característico.
Ilustración médica comparativa de la enfermedad de pequeños vasos cerebrales. A la izquierda, una RMN cerebral muestra leucoaraiosis (hiperintensidades de sustancia blanca). A la derecha, un cerebro con énfasis en los vasos perforantes afectados, destacando su engrosamiento y estrechamiento característico.

¿Qué es la enfermedad de pequeños vasos cerebrales?

La EPVC comprende un conjunto de trastornos que afectan a las arteriolas, capilares y vénulas profundas del cerebro. Estas estructuras, al lesionarse de forma crónica, provocan isquemia, disfunción de la barrera hematoencefálica, desmielinización y microhemorragias.

Más que una entidad única, es una constelación de hallazgos clínicos y radiológicos con múltiples causas, que suele progresar de forma silenciosa pero clínicamente relevante.


Etiología y factores de riesgo: ¿por qué ocurre?

La EPVC surge del daño endotelial crónico, inflamación vascular, hipoperfusión y acúmulo de productos de degeneración en los vasos pequeños. Estas alteraciones desencadenan hipoxia tisular persistente, pérdida de mielina y cambios en la conectividad neuronal.

Principales factores de riesgo:

  • Hipertensión arterial: causa lipohialinosis y estrechamiento de arteriolas perforantes.
  • Edad avanzada: promueve rigidez vascular y acumulación de productos degenerativos.
  • Diabetes mellitus: genera estrés oxidativo y disfunción endotelial.
  • Dislipidemia: favorece la ateromatosis difusa en vasos pequeños.
  • Tabaquismo: contribuye a inflamación y daño vascular.
  • Enfermedad renal crónica: se asocia con microangiopatía y calcificación vascular.
  • Genética: CADASIL (mutación NOTCH3) es la forma monogénica más conocida.

Manifestaciones clínicas

Aunque inicialmente puede ser asintomática, la EPVC se manifiesta con:

  • Deterioro cognitivo subcortical: lentitud mental, alteración ejecutiva y pérdida de atención.
  • Trastornos de la marcha: pasos cortos, base amplia o marcha magnética.
  • Inestabilidad postural y caídas frecuentes.
  • Depresión vascular: cambios del estado de ánimo resistentes a tratamiento.
  • Incontinencia urinaria (en estadios avanzados).
  • Ictus lacunares recurrentes.

Diagnóstico

El estudio de elección es la resonancia magnética cerebral (RMN).

Hallazgos característicos:

  • Leucoaraiosis (hiperintensidades en T2/FLAIR).
  • Lacunas (infartos <15 mm).
  • Microhemorragias (SWI o GRE).
  • Espacios perivasculares dilatados.
  • Atrofia subcortical.

El uso de los criterios STRIVE ha estandarizado la evaluación radiológica de la EPVC en investigación y práctica clínica.


Tratamiento y estrategias de prevención

Aunque no existe cura, el tratamiento busca ralentizar la progresión y prevenir nuevas lesiones:

  • Control estricto de la PA: objetivo <130/80 mmHg (individualizado).
  • Manejo de dislipidemia y diabetes.
  • Ejercicio físico y dieta saludable.
  • Evitar hipotensión ortostática y polifarmacia en geriatría.
  • Uso prudente de antiplaquetarios: solo si hay indicación vascular clara.
  • Rehabilitación neurocognitiva y motora.

EPVC y deterioro cognitivo

La EPVC es una causa frecuente de demencia vascular y puede potenciar los efectos de la enfermedad de Alzheimer. Su impacto acumulado reduce la conectividad neuronal y precipita el deterioro funcional.

El diagnóstico precoz permite intervenir sobre factores modificables y preservar la calidad de vida.


Perlas clínicas

  • Evalúa EPVC en pacientes mayores con caídas frecuentes, enlentecimiento mental o cambios de marcha.
  • La leucoaraiosis es un predictor de riesgo vascular y deterioro, incluso sin clínica evidente.
  • Microhemorragias múltiples deben alertar sobre el riesgo de sangrado con anticoagulantes.
  • Considera EPVC en depresión de inicio tardío o resistente al tratamiento.
  • La incontinencia urinaria inexplicada asociada a alteraciones de marcha puede ser una expresión de EPVC.
  • Evita descensos bruscos de presión arterial en pacientes con daño subcortical, ya que pueden agravar la hipoperfusión.
  • Utiliza la RMN como herramienta clave para detectar daño subclínico y orientar el manejo preventivo.

Referencias

  1. Wardlaw JM, Smith EE, Biessels GJ, et al. Neuroimaging standards for research into small vessel disease and its contribution to ageing and neurodegeneration. Lancet Neurology. 2013;12(8):822–838.
  2. Pantoni L. Cerebral small vessel disease: from pathogenesis and clinical characteristics to therapeutic challenges. Lancet Neurology. 2010;9(7):689–701.
  3. Cannistraro RJ, Badi M, Eidelman BH, Wang KH, Sheth KN, Kimberly WT. Cerebral small vessel disease: a clinical review. Neurology. 2019;92(24):1146–1156.
  4. Debette S, Schilling S, Duperron MG, Larsson SC, Markus HS. Clinical significance of magnetic resonance imaging markers of vascular brain injury: a systematic review and meta-analysis. JAMA Neurology. 2019;76(1):81–94.

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