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Nuevos impuestos, viejos problemas: ¿a dónde va nuestro dinero?

En los últimos días, el Congreso de la Unión ha aprobado reformas fiscales que implican nuevos impuestos en México, aplicados a varios productos y servicios: desde bebidas azucaradas (o incluso “sin azúcar”) hasta tabaco, apuestas, videojuegos y trámites diversos. (elpais.com)

Por ejemplo:

  • El impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) para refrescos se mantiene en alrededor de 3.08 pesos por litro para bebidas con azúcares añadidos, y se introduce un nuevo impuesto de 1.50 pesos por litro para aquellas con edulcorantes o “light”. (merca20.com)
  • Se anunció un paquete de “26 nuevos impuestos” o aumentos previstos para 2026, que abarcan desde tarifas para museos o sitios arqueológicos hasta licencias, permisos y productos específicos. (lja.mx)

Todo esto ocurre bajo la promesa de que los recursos recaudados permitirán mejorar los servicios públicos, sanear finanzas y atender prioridades como salud, seguridad e infraestructura. Pero si damos un paso atrás y observamos lo que vive la ciudadanía en su día a día, la promesa parece estar lejos de cumplirse.

La sombra del poder proyectada sobre una ciudad en ruinas: los nuevos impuestos en México contrastan con calles deterioradas, transporte deficiente y servicios públicos olvidados.
La sombra del poder proyectada sobre una ciudad en ruinas: los nuevos impuestos en México contrastan con calles deterioradas, transporte deficiente y servicios públicos olvidados.

🏥 Salud y seguridad: la paradoja visible

En teoría, estamos pagando más para contribuir al bienestar colectivo. Pero muchas personas siguen enfrentando hospitales públicos saturados, con carencias de insumos o personal, teniendo que esperar a largas filas para una consulta básica. En el ámbito de la seguridad, la sensación de impunidad, la falta de policías suficientes o capacitación adecuada, los robos, vandalismo y el deterioro de espacios públicos siguen siendo parte del paisaje cotidiano.


🚧 Calles, alumbrado, infraestructura: ¿dónde está la retribución?

Caminas por tu colonia o delegación y es fácil identificar baches que parecen neveras grandes, banquetas agrietadas, faroles apagados, drenajes que no funcionan y cuando llueve, inundaciones que tardan horas (o días) en resolverse. El transporte público tiene unidades que crujen al arrancar, rutas insuficientes, demoras constantes y tarifas que al parecer suben tan seguido como los impuestos. Entonces, ¿por qué pagamos más y vemos tan poco cambio?


🚌 Transporte y movilidad: el otro gran olvidado

El impuesto adicional que pagamos —ya sea directo o indirecto, vía productos gravados, aumentos de tarifas o servicios— no se traduce necesariamente en transporte digno. Tronidos de ómnibus, falta de carriles exclusivos, mala combinación entre rutas, pocos vehículos nuevos, paradas inseguras. Todo esto hace que a pesar de la recaudación reciente, la movilidad sea una tortura diaria para muchos.


💰 La gran pregunta: ¿a dónde va nuestro dinero?

Podríamos esperar que con mayores impuestos, aumentara el presupuesto disponible para resolver estos grandes pendientes. Sin embargo:

  • Si el gasto se concentra en burocracia, nóminas, gastos corrientes o de “primer orden” (dónde se ve menos impacto inmediato), los ciudadanos no perciben mejoras.
  • Si no hay un mecanismos claro de rendición de cuentas, transparencia de obras, medición de resultados, el vínculo impuesto → beneficio se rompe.
  • Si la prioridad no es resolver lo urgente (calles, alumbrado, transporte) sino lo políticamente visible o mediático, la inversión se desvía.

🧭 Exigir resultados, no solo pagar más

Podemos invitar a los lectores a mirar su entorno inmediato: “¿Cuántos baches viste esta semana? ¿Cuántas farolas apagadas en tu trayecto diario?”
No se trata de rechazar los impuestos en sí —una sociedad moderna los necesita— sino de exigir que lo que pagamos produzca resultados tangibles.
Necesitamos presupuestos participativos, transparencia en cada peso recaudado, auditorías ciudadanas de obras y un enfoque real de mejora comunitaria.

Porque al final, no es solo cuánto pagamos, sino qué logramos con ello.


🔗 Referencias:


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